ESPACIOS para REFLEXIONAR, PENSAR, ESCUCHAR y SER ESCUCHADO, APRENDER Y REAPRENDER...

ESPACIOS para COMPARTIR los CONOCIMIENTOS y las EXPERIENCIAS con OTROS en un ir y venir entre las TEORÍAS y las PRÁCTICAS.



jueves, 2 de junio de 2011

LA CONVIVENCIA EN LA ESCUELA SECUNDARIA "HOY"

Iniciamos hoy en nuestro blog un nuevo espacio de lectura, reflexión y debate sobre diversos temas educativos.

Nos honran una serie de autores convocados a tal fin.

Agradecemos la valiosa confianza de publicar en nuestro ESPACIO SIGE,  sus investigaciones y escritos.

El primer texto se titula: LA CONVIVENCIA EN LA ESCUELA SECUNDARIA “HOY”, escrito por uno de los miembros de nuestro equipo, el Licenciado Ignacio Capomassi.

Lo iremos publicando, semana a semana, según el siguiente esquema:

2   de junio: La Palabra Equivocada (cuento)
9   de junio: Subjetivación, adolescencias y escuela
16 de junio: Del “sujeto capturado” al “sujeto de la experiencia
23 de junio: Desafío conflictivo ante los efectos (todavía) del ayer.


 Cuento
LA PALABRA EQUIVOCADA

Nueve había vuelto a la escuela porque era una buena excusa para salir de la casa. Afuera siempre había otras posibilidades y Nueve ya había aprendido que a las posibilidades hay que aprovecharlas. Pero estar en clase no le impedía demostrarles a todos que seguía siendo un hombre Ubre, un espíritu sin cadenas. Por eso, a cada profesor o profesora que entraba lo esperaba acostado en el suelo entre dos filas de bancos con las manos cruzadas detrás de la nuca. Calculaba que en esos primeros días na­die se iba a animar a llevar demasiado lejos el castigo. Pero con dos se equivocó. La de Quí­mica lo dejó helado con lo que ella era. Nueve no sabía que las profesoras de Química podían ordenarle que se levantara del piso de una for­ma tan maravillosa. Y tampoco sabía que él podía obedecer sin decir ni a y sin sentirse avergonzado. En ese momento se prometió es­tudiar Química. Con el otro que tuvo que cam­biar de estrategia fue con el de Lengua. El tipo lo miró desde el primer banco, lo llamó con cuidado y se lo llevó afuera. Nunca quiso decir lo que hablaron. Apenas confesó más tarde que el coso no había sido delicado y que en ese momento se prometió estudiar Lengua.
Los meses que siguieron no dejaron demasia­das sorpresas. El tiempo de tregua se agotó y Nueve empezó a acumular amonestaciones, ci­taciones a padres que nunca aparecían. Pero las oportunidades de afuera seguían allí, al alcance de Nueve, que tenía siempre la mano dispuesta. Pasara lo que pasase, el afuera siempre estaría allí, esperándolo como un perro a su dueño. Las nociones de la escuela se acumulaban o no y eso no era demasiado importante para su idea de porvenir. Salvo Química porque estaba ella y Lengua por un asunto de lealtad que Nueve no entendía del todo pero que respetaba, los cono­cimientos le eran más bien ajenos.
Hasta que pasaron dos cosas: pasó una redacción y pasó un parte de amonestaciones tirado en el piso. La redacción tenía que ver con una carta. El de Lengua pidió que se la enviaran al que quisieran contándole un asunto de familia. Nueve respetó la consigna. Y escribió:
Profe de Lengua: en mi casa somos doce hermanos y mi mamá. Usted perdone que escribo mal pero no aprendí nada de Lengua. Mis hermanos más grandes que yo no se fueron así que somos doce en mi casa. Bueno esta carta era para decirle que vio que ya no me tiro en el piso cuando entra. Saludos.
El de Lengua lo llamó para decirle que sí, que había visto, y que la carta estaba bien, un poco corta pero bien. Ese asunto de la redacción ter­minó bárbaro. El del parte tirado, no. Ese terminó para el diablo. Pasó así. Nueve hacía todo lo posible para ver a la de Química de atrás. Ella le encan­taba por todos lados pero por atrás le parecía in­creíble. Soñaba con ella todas las noches. Y cuando encontró el parte vacío tirado en el piso del patio se puso a sí mismo el sueño de sus vueltas en la cama. Escribió en el parte: "La dirección de la escuela aplica veinte amonestaciones al alumno: Nueve por (motivo) tocarle el culo a la de Química". Lo mostró con orgullo en los misterios compartidos del patio y fue por un día el dueño del Gran Secreto. Por supuesto, los temibles territorios de las Direcciones nunca se enteraron dé­la hazaña de Nueve porque el silencio inúnda­las escuelas en momentos como ese. Pero el error partió del propio Nueve. Demasiado instalado en la cumbre de su gloria como para tomar precauciones, metió el parte en la carpeta de Matemáticas. El olvido completó su desti­no. Cuando un mes después la de Matemáticas pidió carpetas para revisarlas, allá fue el sueño de Nueve, escondido entre tapas cubiertas con fotos de Mike Jagger y de Boca y algunas hojas con ejercicios copiados pero jamás resueltos. Dos leves miradas le bastaron a la profesora para convencerse de que esa carpeta no era el mejor camino para levantar la nota de su due­ño. Iba a cerrarla con un suspiro cuando un te­nue papel voló hacia el suelo y se estacionó con la parte escrita hacia arriba. Era un parte de amonestaciones pero era más que eso, era el botón que ponía en marcha una máquina llena 'de decisiones. La de Matemáticas decidió transferir el parte, la secretaria decidió comu­nicar la novedad y el director decidió llamar a los docentes para que nadie quedara afuera. En la reunión, la intuición de Nueve sobre amigos y enemigos se confirmó. La de Química dijo que una falta de respeto que se queda en la pura fantasía no es una falta de respeto y que además ella, que era la directa damnificada, no se sentía particularmente herida. Por ella (o sea, ella dijo "por mí") que la cosa quedara allí o que se le aplicaran tres amonestaciones y que no se hable más del asunto.
Pero se siguió hablando del asunto. El de Lengua dijo que en el fondo la culpa la tenía su colega de Química por ser tan linda pero el di­rector le contestó que ése no era momento para bromas y entonces el de Lengua volvió a decir: tampoco es tan serio el momento. Un chico se enamora de una profesora y sueña con tocarla y lo escribe. Eso forma parte de su inti­midad.
-Pero ya no es parte de su intimidad porque yo lo leí (la de Matemáticas).
-Porque él se olvidó el parte en la carpeta de tu materia (el de Lengua).
-Yo creo que ésta es la gota que rebasa el vaso. Además esa palabra. Si hubiera elegido otra... (el de Física).
-Eso. Una cosa es la libertad y otra el liberti­naje (la secretaria).
-No digas idioteces (la de Química).
-Estamos hablando de mandar a la callepara siempre a un pibe que está a un paso de
ser chorro y hacer que eso no pase... (el de Lengua). '
-Tampoco podemos nosotros... (el director).
-Yo no estoy de acuerdo en... (la de Química).
-Blablablablablablablablablablablablabla (el de Física).
-Blablablablablablablablablablablablabla (la de Matemáticas).
-Pero... (el de Lengua).
-Pero... (la de Química).
Indebido, incorrecto, corrección, sanción, pe­ligro, la gota, el vaso, la libertad, expulsión, no estamos para, dónde vamos a ir a parar, esa pala­bra, esa palabra, no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no no.
Votemos. Votaron. Dos querían que Nueve se quedara. Irónicamente, nueve pidieron que Nueve se vaya a escribir sus deseos ocultos a otro lado. Todo resuelto. En fin, el tema ese del parte va­cío tenía que salir para el diablo y salió para el diablo. A Nueve se le comunicó el castigo, el pibe dejó la escuela lamentando tener que dejar de ver a la de Química cuando se iba y eso fue todo.
¿Eso fue todo?
No.
“¿Sabe, profe? Lo que me dio más bronca es que yo no jodí a nadie. Yo no le toqué el culo a la de Química. Solamente lo escribí. ¿A quién jodí con eso, a quién le hice mal? Lo que pasa es que el enano (el director era un hombre diga­mos de baja estatura) me tenía hambre desde el principie y cuando pudo me la dio. Ahora ya está. Además nunca me gustó estudiar. Me que­dé algo de Química y algo de su materia pero la verdad no mucho. Mejor así. Ahora puedo laburar en la calle y ando siempre con guita. Y... en lo que venga. A veces descargo camiones allá en el mercado. A veces ayudo a arreglar algún jardín. No, por ahora nada fijo. ¿Afano? A usted no le voy a hacer el verso, profe. Si pinta algo fácil y ando medio seco me puedo prender pero no es algo de rodos los días. No, extrañar no extraño. Bah, el culo de la de Química un poco y a las minitas no porque mucha bola no me daban. Es que las minitas de la escuela son re-chetas. Saben hacer unas cuentas de mierda v va se la creen así que si ellas no me daban bola ¿para qué las voy a extrañar? Al que ví el otro día fue al enano.
Sí, aquí mismo, en la estación, igual que con usted. Pero a él no me acerqué a saludarlo.
Tenía una valija chiquita negra y la verdad me dieron ganas de choreársela pero después pensé
que en una de esas todavía se acordaba de mí después de tanto tiempo y por ahí me mandaba
a la yuta así que lo dejé. ¿Si seguí estudiando? No, profe, eso de los libros no es para mí Bue­no, lo dejo, ahí viene mi bondi. Chau, saludos." El de Lengua vio irse a Nueve en su colectivo y se quedó pensando en aquel parte vacío y en aquella redacción que tenían ya más de dos años de olvido. Reflexionó: el problema de Nueve te­nía que ver con la sinceridad. El tren llegaba a la estación y él se acordó de aquellos dos textos. "Es que era cierto. Ya no se tiraba en el piso y eso era lo importante." Cuando el tren abrió sus puertas recordó las 20 amonestaciones inventa­ das y suspiró. "Allí también se equivocó. Justo a él se le ocurrió escribir lo que pensábamos todos los tipos que veíamos pasar a la de Química." Subió al tren a tiempo para que la tarde no se co­miera su sonrisa.

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