Olvidemos por un momento nuestra
visión normal de las cosas e intentemos hacer una lectura de nuestra
crisis actual en el marco del tiempo cósmico. Tal vez así la entendamos
mejor, la relativicemos y ganemos altura en función de la esperanza.
El tiempo del Cosmos
Imaginemos que los más o menos 13 mil millones de años de historia
del universo han sido condensados en un único siglo. Cada “año cósmico”
sería equivalente a ciento trece millones de años terrestres.
Desde este punto de vista, la Tierra nació en el año 70 del siglo
cósmico y la vida apareció en los océanos, para nuestra sorpresa, algo
después en el año 73. Durante casi dos décadas cósmicas ella quedó
prácticamente limitada a bacterias unicelulares.
En el año 93 se inició una nueva fase creativa con la aparición de la
reproducción sexual de los organismos vivos. Estos, junto con otras
fuerzas, fueron responsables de cambiar la faz del planeta, ya que
transformaron radicalmente la atmósfera, los océanos, la geología de la
Tierra. Esto permitió a nuestro planeta sustentar formas de vida más
complejas. Gran parte de la biosfera es creación de esos
microorganismos.
En esta nueva fase, el proceso evolutivo se aceleró rápidamente. Dos
años más tarde, en el año 95, aparecieron los primeros organismos
multicelulares. Un año después, en el 96, asistimos a la aparición de
los sistemas nerviosos, y en el 97 a los primeros organismos
vertebrados. Los mamíferos aparecerán a mediados del año 98, o sea, dos
meses después de los dinosaurios y de una inmensa variedad de flores.
Hace cinco meses cósmicos empiezan a caer los asteroides sobre la
Tierra, destruyendo muchas especies, los dinosaurios incluidos. Sin
embargo, un poco después, la Tierra, como si se tomara
la revancha, produjo una diversidad de vida como nunca antes.
Fue en esta era, cuando aparecieron las flores, cuando nuestros
antepasados entraron en el escenario de la evolución. Luego se hicieron
bípedos (hace doce días cósmicos), y con el
homo habilis comenzó a usar herramientas (hace 6 días cósmicos), mientras que el
homo erectus conquistó el fuego (hace apenas un día cósmico). Hace doce horas cósmicas, surgieron los humanos modernos (
homo sapiens).
Por la tarde y durante la noche de este primer día cósmico, nosotros
vivíamos en armonía con la naturaleza y atentos a sus ritmos y peligros.
Hasta hace cuarenta minutos, nuestra presencia había tenido poco
impacto sobre la comunidad biótica, momento en el cual comenzamos a
domesticar plantas y animales y a desarrollar la agricultura. A partir
de entonces, las intervenciones en la naturaleza se fueron haciendo cada
vez más intensas hasta que, hace veinte minutos, empezamos a construir y
a habitar ciudades.
Hace solamente dos minutos, el impacto se ha vuelto realmente
amenazador. Europa se transformó en una sociedad tecnológica y expandió
su poder a través de la explotación colonialista. En esta fase se formó
el proyecto-mundo creando un centro con varias periferias y el foso
entre ricos y pobres.
En los últimos doce segundos (a partir de 1950) el ritmo de
explotación y destrucción ecológica se ha acelerado dramáticamente. En
este breve periodo de tiempo, hemos derribado casi la mitad de las
grandes selvas. En los próximos veinte segundos cósmicos las
temperaturas de la Tierra subirán 0,5º C y dentro de poco podrían
aumentar hasta 5º C poniendo en peligro gran parte de la biosfera y a
millones de personas. En los últimos cinco segundos cósmicos, la Tierra
ha perdido una cantidad de suelo equivalente a toda la tierra cultivable
de Francia y de China y ha sido inundada por decenas de miles de nuevos
productos químicos, muchos de los cuales altamente tóxicos, que
amenazan las bases de la vida.
Ahora estamos ya destruyendo de 27 a 100 mil especies de seres vivos
al año. En los próximos 7 segundos cósmicos, algunos científicos estiman
que del 20 al 50 % de todas las especies van a desaparecer. ¿Cuándo va a
parar esto? ¿Por qué tanta devastación?
Respondemos: para que una pequeña porción de la Humanidad tuviese el
disfrute privado o corporativo de los “beneficios” de este proyecto de
civilización. El 20% de los más ricos ganan actualmente doscientas veces
más que el 20% de los más pobres. Al comienzo de 2008, antes de la
crisis económico-financiera actual, había 1195 mil millonarios que
juntos detentaban 4,4 billones de dólares, o sea, más o menos el doble
de la renta anual del 50% más pobre. En términos de renta, el 1% de los
más ricos de la humanidad recibían el equivalente al 57% más pobre.
El tiempo de la Tierra
Nuestro planeta, fruto de más de cuatro mil millones de años de
evolución está siendo devorado por una relativa minoría humana. Por
primera vez en la historia de la evolución de la humanidad, los
problemas arriba mencionados están siendo causados por esa minoría y
también, en menor proporción, por todos nosotros. Los peligros creados
ponen en jaque nuestro futuro y también nuestro modo de vivir.
Sin embargo, si por un lado insistimos en la gravedad de la crisis,
por otro lado, no queremos proyectar visiones apocalípticas que sólo nos
causarían parálisis y desesperación. Si estos problemas han sido
creados por nosotros, también pueden ser resueltos por nosotros, aunque
algunos sean ya irreversibles. Esto significa que hay esperanza de
solucionarlos satisfactoriamente.
Efectivamente, quien acompañó la Cúpula de los Pueblos en julio
pasado en Río de Janeiro o participó de los Foros Sociales Mundiales se
da cuenta de que hay millares y millares de personas conscientes y
creativas, venidas de todo el mundo, trabajando en la formulación de
alternativas prácticas que pueden permitir a la humanidad vivir con
dignidad sin afectar la salud de los ecosistemas y de la Madre Tierra.
Tenemos las informaciones y conocimientos necesarios para solucionar
la crisis actual. Lo que nos falta es activar la inteligencia emocional y
cordial que nos suscitan sueños salvadores, solidaridad, compasión,
sentimientos de interdependencia y de responsabilidad universal.
Es importante reconocer que todas las amenazas a las que nos
enfrentamos son síntomas de una enfermedad crónica cultural y
espiritual. Nos afecta a todos y más principalmente al 20% que consume
la mayor parte de la riqueza del mundo. Esta crisis nos obliga a pensar
en otro paradigma de civilización, porque el actual es demasiado
destructivo. Es lo que venimos escribiendo con frecuencia en nuestros
artículos.
Los tiempos de crisis pueden ser también tiempos de creatividad,
tiempos en los cuales aparecen nuevas visiones y nuevas oportunidades.
La palabra china para crisis,
wēijī, es el resultado de la combinación de los caracteres de
peligro y de
oportunidad.
Esto no es una simple contradicción o una paradoja, los peligros reales
nos fuerzan a buscar las causas profundas y a buscar alternativas para
no desperdiciar las oportunidades.
En nuestra cultura,
crisis se deriva de la palabra sánscrita
kri que
significa purificar y acrisolar. Por lo tanto, se trata de un proceso,
ciertamente doloroso, pero altamente positivo de purificación de
nuestras visiones que funciona como un
crisol de nuestras actitudes ético-espirituales. Ambos sentidos, el chino y el sánscrito, son iluminadores.
Nuestro tiempo
Tenemos que revisitar las fuentes de sabiduría de las muchas culturas
de la humanidad. Algunas son ancestrales y llegan a nosotros a través
de las más diversas tradiciones culturales y espirituales. La categoría
del “vivir bien” de las culturas andinas es fundamental. Otras son más
modernas como la ecología profunda, el feminismo y eco-feminismo, la
psicología transpersonal y la nueva cosmología, derivada de las ciencias
de la complejidad, de la astrofísica y de los nuevos saberes de la vida
y de la Tierra.
Termino con el testimonio de dos notables ecologistas y educadoras
norteamericanas, Macy y Brown que afirman: «La característica más
extraordinaria del actual momento histórico de la Tierra no es que
estamos camino de la devastación de nuestro planeta, pues ya lo venimos
haciendo desde hace mucho tiempo, es que estamos empezando a despertar
de un sueño milenario a un nuevo tipo de relación con la naturaleza, con
la vida, con la Tierra, con los otros y con nosotros mismos. Esta nueva
comprensión hará posible la tan ansiada Gran Transformación» (Macy y
Brown,
Nossa vida como Gaia, 2004, 37). Ella vendrá por gracia de la evolución y de Dios.
*Leonardo Boff es teólogo y miembro de la Comisión Central de la Carta de la Tierra, autor con M. Hathway de
O Tao da Libertação, Vozes 2012.
[Traducción de MJG]